Para mi hermano Marco Pulido, a quien comparto esta historia
Ha muerto el rey Pelé,
mi televisión en blanco y negro,
los bebedores de cerveza en comerciales
alemanes, la herencia cartesiana en la canción
de protesta
“Eran otros tiempos”, repiten
los enciclopédicos del Facebook,
el espectro global que produce
estas cosas:
Las coreografías de la razón
para el reducido grupo de amigos
Pero yo detesto las certezas,
las convenciones,
lo que sirve para agruparse,
comer del mismo pan en la mesa
Ha muerto el rey Pelé,
y también el ejército anónimo
de canciones con las que nos enamoramos,
la vieja película de Bergman
Y La Mafaldita y Astor Piazolla
y Jimi Hendrix
Ahora somos los viejos
en la fría mañana de diciembre,
un Fellini innegociable
Y que pone viejos discos de rock
y baila en la naturaleza del Tíbet
y reconoce cierto sobrepeso
y cierta lentitud en ir por los balones
por alto y que le apasiona la arquitectura
civil del siglo dieciocho
Ha muerto el rey Pelé —dicen,
y yo sueño con mujeres desnudas
como único acto de fe que vale la pena
Luis Daniel Pulido
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