A Marco Pulido
No tengo con quien compartir canciones,
lo que miro por la ventana
Las nubes y los animales imaginados,
los días que pasan y que llueve
como si no hubiera mañana
El grito —de quien aguanta
la respiración bajo el agua
y sale a la superficie y muerde
pájaros de la tarde
Siento la sangre
—el pan de los desesperados,
de los incapaces de meterse un balazo
en el pecho,
de los que hacen profundos cortes
a la carne y el hueso de la mano
en el papel
De esto va el rayo que ilumina el cielo
y las canciones de rock y la noche
que cae en Coyoacán, México
En el alto departamento de un hombre bueno
Luis Daniel Pulido
Foto: David Gleave
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