"La tibieza se quita; las consecuencias de los abusos que permite, no tanto"
Alonso Díaz de la Vega
Hubo días buenos, en algún tiempo,
cuando nos decíamos camaradas
o comandantes,
y le encendíamos el cigarro a la muchacha
que nos acompañaba a construir escenarios
donde éramos los más fuertes
Ya dudábamos de la escuela,
de los conciertos auspiciados por organismos
no gubernamentales, lo que convocaba:
capitales que pagaban —qué ironía—
colegiaturas para hijos que iban a
universidades privadas
“A donde el corazón nos lleve. Y el neoliberalismo”
pudieron haberme dicho
Pero me enamoré de una rubia de pechos grandes,
de los paraísos perdidos que no aparecen en los tablones
de las ventanas del socialismo
Nomás en lo oscurito,
trovadores incluidos
Y vinieron los años donde le dijeron “no más”
al soldado desconocido,
de la lluvia de cocaína al Caribe soleado,
el derecho de piso
Y los sicarios y los narcotraficantes
El narcogobierno mexicano
Los mezquinos y cobardes asesinos
“Yo sí volveré a pisar tus calles nuevamente”
por Rubén y Nadia Vera
Por la mujer de a lado y sus hijos
Por la rubia de pechos grandes
Por el joven que fui en algún lugar en los años 80
Luis Daniel Pulido
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