martes, 3 de septiembre de 2024

EL VIEJO VAUGHAN


 

Yo no soy de los que gritan “pongan Caifanes”,
no como ejemplo de prudencia ni vejez,
la memoria –pequeña biblioteca portátil
me lleva años atrás del rock mexicano,
a un viejo de apellido Vaughan
que cantaba canciones de Bob Dylan
en Cintalapa, Chiapas;
leía también La Biblia, fumaba tabaco
de algún lugar de la sierra de Guerrero,
tierra caliente, tierra de Lucio Cabañas;
me contó del hombre congelado en la ruta
de los Apalaches al este de Pennsylvania,
viejo noble que se opuso a la guerra de Vietnam,
que ahora era fugitivo de las larguísimas jornadas
bajo el sol en Estados Unidos, jeringa de heroína,
permisos de la DEA
No supe más de aquel buen hombre,
rechazó el paraíso humano de los títulos
universitarios, el infierno de las clases sociales,
un día se fue y no supe más de él…
Cuando me acuerdo de su conversación
sobre Dios, la muerte, el amor, la libertad
—hippie en busca de su Audrey Hepburn,
escucho a Creedence Clearwater Revival
Wrote a song for everyone
Wrote a song for truth
Wrote a song for everyone
When I couldn't even talk to you

Luis Daniel Pulido

MI MALA EDUCACIÓN


 

Reconozco que le debo más a Rocky Balboa
que a José Vasconcelos,
a Jennifer Connelly que a Sor Juana
—las trampas de la fe contra los ojos más bonitos
que he visto;
reconozco que nada sé de los zoques,
direcciones o avenidas,
algo sí de Søren Kierkegaard,
una bandera en lo alto,
la del Líbano
Reconozco que le debo más a Spider Man
que a Jaime Sabines y todos los poetas chiapanecos,
tangentes, diferenciales e integrales,
Jethro Tull, Bo Derek y Lina Santos
Reconozco que le debo más a Jaws,
su inicio: Susan Backlinie atacada por un tiburón
que no se ve
Reconozco que le debo más a Black Sabbath
que a las historias de la izquierda y derecha mexicanas;
reconozco que le debo más a Kurosawa, Scorsese,
El Padrino
Reconozco que le debo más a Elisabeth Shue
que a Carlos Fuentes, Revueltas, Octavio Paz,
su Piedra de Sol, su Elena, su Mari-Jo
Reconozco que le debo más a la NFL
que a todas las clases de ética,
de Literatura Hispanoamericana,
Flaubert y Maupassant
Reconozco que le debo más a Hulk
que a Emilio Rabasa, el ADN autoritario del éxito,
lo que forjan las escuelas:
Políticos tontos, políticos asesinos
Políticos
Reconozco que le debo más a las canciones de rock
que a los rezos y las tradiciones y la otra cara de la moneda:
los linchamientos
Reconozco la matanza de Golonchán,
Acteal y mi incapacidad…
Que no hice nada,
que no me alcanzó para nada,
ni amor ni fuerza ni lecturas
las impidieron
Que todo es historia,
“comisiones para la verdad”
Reconozco que le debo más a Lou Reed
que a los jóvenes poetas y los pueblos mágicos,
fiestas de hombres vestidos de monos y jaguares,
con aplaudidores y cohetes que estallan a lo lejos
y asustan a los perros
Reconozco que recuerdo viejas películas
que vi en el cine Vistarama,
y a eso me apego…
Y donde a veces despierto
Luis Daniel Pulido

jueves, 29 de agosto de 2024

AQUELLOS VIEJOS VAQUEROS


 

Era el año de 1985, y a dos meses de terminar la secundaria,
me expulsaron; hubo una negociación porque –Sex Pistols hasta la tumba,
era nerd y contra una calificación de dieces y la hoz y el martillo,
era, como dicen en el barrio, su padre;
el evento no tuvo importancia porque no era importante,
sino años después, por su ley: “vivir fuera del presupuesto
es vivir en el error…”
Me dieron mi certificado y seguí mi largo camino,
Sonora, Guadalajara, Cancún…
el sudeste asiático, regímenes de excepción,
la lucha de clases, el rock and roll
Puros barquitos de papel
El infierno de la cocaína y mi regreso a la inocencia
en un hospital, con el corazón por todos lados,
apunto de explotar,
Le Diorama Restaurant
No sé cuál es mi papel en este país
donde ahora todo es fácil:
la abogacía, matar a un niño,
desaparecer personas,
donde sólo eres libre bajo las enaguas
de los cinismos de la República
y su escuadrón de corifeos
Qué lejos aquel 1985,
de esos jóvenes patriotas que lo único que aprendieron
es a ir tras el dinero,
ratas de basurero
Escucho a Slayer…
Les devuelvo su país,
vaqueros
Luis Daniel Pulido

martes, 27 de agosto de 2024

NO MORE RADIOHEAD


 

Me encanta esta foto,
—accidente donde Shakespeare,
Klingsman y mis lecturas cruzaron
caminos en una cafetería
(en el centro de Tuxtla Gutiérrez):
Amadeus de Miloš Forman,
gente muy amable,
bailaron
Cantamos
No leí: Piccadilly Circus, London, England,
leí: Caleidoscopio Galería Taller
No encontré a los Rolling Stones,
puro Jesús de Veracruz,
sones y fandangos,
versos picantes,
¡No more Radiohead!
Acá nadie está triste –es la consigna
Y nos unimos al “zapateado”
Texto y foto: Luis Daniel Pulido

domingo, 25 de agosto de 2024

MALDITAS CERVEZAS, BENDITAS CERVEZAS


 

Hubo una canción que me hubiera
encantado bailar contigo,
en la explanada de la prepa,
en la azotea del Edificio C,
en esa discoteca enfrente de la escuela:
Gaudimax, donde los motociclistas
de la ciudad hacían pactos con el diablo,
se dejaban la barba, eran rudos
como mis amigos Miguel Bolaños
y Tío Ranito
Bailar contigo después del festival
cultural con la banda Nicte-Ha,
folclor latinoamericano para apaciguar
pandilleros, ángeles del infierno,
la rudeza innecesaria
Bailar aunque me llevaras diez centímetros
de estatura, un año de lecturas,
era valiente
Yo solito, ya sin familia desde esos años,
en mi submarino amarillo,
como Lennon y McCartney
después de Mark David Chapman,
Ronald Reagan, La Guerra Fría,
borrado de la historia del Tec
Hoy hubo un juego y no fui convocado,
pero me llevo tu voz al corazón
y me duermo
Y ronco –dicen los cristianos,
mis vecinos que colocan almohadas
bajo mi cabeza y me salvan
de una broncoaspiración,
de montar un caballo y galopar
un largo desierto y robarte
De retar a un duelo a muerte
a tu marido
y echarle a mi perrito
Ladrido mortal
Hubo una canción que me hubiera encantado
bailar contigo…
Luis Daniel Pulido

viernes, 23 de agosto de 2024

A VECES ARDO COMO ARDEN LOS HOMBRES RUDOS FRENTE A LAS MUJERES BONITAS (PUEDEN DECIRME COCHINOTE)


 

Que hay pendientes —me dices,
mientras acomodas papeles,
tu agenda, el abrazo de vuelta;
luego, como un rayo que parte
a la mitad la tierra, vas contra
la sobrerrepresentación en el Congreso,
el Poder Judicial —entrecomillas con tus dedos
índice y medio de ambas manos,
como si aletearan dos pequeños pajaritos,
lo que dices casi gritando— “independiente”
Si supieras lo que me dicen de ti,
ahora que todo es blanco o negro
y no hay oportunidad de reivindicar el tedio,
un país, un hemisferio:
Que eres fresa y naciste con privilegios
Y es verdad, creo…
Pero lo que nos une es la amistad,
algo de cachondeo,
ciertos libros,
lavar los platos frente a la cámara,
los primeros discos de Pearl Jam
Y esos nombres tuyos “Paine, Stuart Mill,
Madison” y yo citando los míos:
Revueltas, Rulfo, Azuela
Supongo que tienes dinero,
pues haces cosas que generan mucho dinero,
hablas de números, estrategias comerciales,
(que México tiene más del 82% de comercio
internacional con Estados Unidos y Canadá)
a un señor pelón al otro lado de la pantalla
Las migajas de galletas sobre el escritorio
son parte de la ansiedad —pienso,
y añado: mientras no sea otra cosa
Vi la película El lobo de Wall Street,
sabes…
¿Qué nos une? No lo sé,
pero te alzas el vestido y dices:
“me arañó el gato”
Y yo me enciendo por dentro
Luis Daniel Pulido

lunes, 19 de agosto de 2024

LO MÁS LINDO DE LA VIDA


 

Me pregunto si me recordarán las muchachas que molestaba en la secundaria, en la prepa, siempre haciendo cosas raras para llamar su atención: a Nadia le controlé un balón, más de cien golpes con ambos pies: la estética del pádel, gimnasta chino, una cosa maravillosa. A Marina le escribí poemas, tripitas de gato con hambre, puras cosas que la hicieron reír. A Magda, mi voz engolada, mi porte de Clark Gable, mi Acorazado Potemkin, películas de Chaplin, pero ella sólo escuchaba a Vicente Fernández. Y no grabé su nombre en la penca de un maguey ni cosa que se le parezca, porque era un golpe a mi inteligencia. Sí, mamón desde chiquito. A Julissa, que es tapatía, Los cuentos de Canterbury, mi solo de guitarra al aire, la canción: Every Rose Has Its Thorn, la dedicatoria en un libro mío: El apetito de los ciegos. A Adriana, un prontuario de contabilidad rayado y con fragmentos de Los Versos Satánicos de Salman Rhusdie y un cassette con baladas de Skid Row, Motley Crue y Black Sabbath. A Erika, que vino de Tijuana, las mentiras más dulces, el encanto, el poder de las palabras y todas esas cosas que hacen los poetas que son estrellas de rock… y un pedacito de cielo. A Gina, que es tapatía también, ya grandecita, una estrellita en su frente, mi paz mental, mi dolor de rodilla, mi experiencia de todos los años de revolucionario, mi pasamontañas, mi identidad secreta… Spider Man. La que pregunta “¿Ya pudo hacer popó mi revoltoso?”
Afirmativo.
Luis Daniel Pulido