martes, 17 de noviembre de 2020

TSUNAMI


 

Una gota, pequeña primero, grande después, cae al piso del único bar del puerto. El mar, a lo lejos, no está dispuesto a negociar su oleaje: algo pasa en su fondo que sacude la línea de boyas así como el patito de hule en la tina de un par de amantes ocasionales. Él, aficionado a beber en pequeños y lentos sorbos su bebida preferida: agua de coco, lo que exaspera a su compañera, que con el pie derecho da suaves golpes al agua de la tina como señal para que deje de beber y ponga atención al sonido de la gota que cae al piso, cuya frecuencia ha aumentado. Ella, impaciente por respuestas, por abrirse paso cuando el mundo se detiene, según la pregunta que golpee a la puerta de la casa con enormes ventanas y convertida por las noches en el bar más visitado, exige, pero ya, eso: una respuesta.

La vida, allá afuera, está a merced de gente que no se dirige la palabra, que no se permite acurrucarse ante la flor que crece, a los dulces ojos del colibrí y su pequeña sombra relampagueante sobre la hierba. El mundo es un haz de calor que se encorva sobre sí mismo. Y donde un par de amantes ocasionales observan una gota que cae al piso. Y que sonríen como única forma de resistencia al mundo que los violenta. Es así que ella pregunta: “Oye, y si hubiera un tsunami de cerveza, ¿qué harías?” A lo que él responde: “Correría hacia él”.

La risa nos hace caminar descalzos por la tierra después de la lluvia.

La risa –ese bosque de encinos con ríos propios– que ilumina los rostros.

Afuera un hombre le roba a otro y le dispara en la cabeza.

Luis Daniel Pulido


LOS UNOS, LOS OTROS, LOS MISMOS


 

No hubo un faro

–ese tesón de los poetas febriles–

para iluminar la importancia del oficio;

apostamos a un camino más sencillo:

al sufragio del ciudadano

(desde Kane al campesino de alguna Sierra de Chiapas),

al mecanismo de un barquito de vapor,

el tren eléctrico que hizo feliz a los niños

de 1980

 

Y cuando la fragmentación ideológica

nos tentó con las becas,

participamos en la recreación de los actores

y su compartimiento:

nos dijeron, algunos, traidores;

los otros, nos ayudaron a manotear

burbujas de jabón u organizar un juego

de futbol

 

La poesía, como siempre, está en otra parte:

en Hamlet, Aquiles, un guerrillero;

en los manuscritos no solicitados;

en el horizonte, en Camagüey,

los hoteles de paso

 

No en tu adhesión feminista,

el pago de la renta a la cuenta de tus padres,

en las últimas noticias de tu milésimo

periódico de escritores

 

(Pero)

 

El buzón de quejas está a mano derecha

 

Luis Daniel Pulido