Al nihilismo satisfecho de los poderosos corresponde el nihilismo ambiguo de los artistas rebeldes. El destino del rebelde era la derrota o la sumisión. La primera es casi imposible ahora: los poderes sociales aceptan todas las rebeliones, no sin antes cortarles las uñas y las garras
Octavio Paz, en Corriente Alterna
Después del primer debate de los candidatos a la presidencia de México, incluso antes de que se realizara, ya existían un millón de cuadros de opinión; la mayoría en el flujo casi automático de las redes sociales, donde parece construirse con intensa ocurrencia y optimismo la crítica: señalar la posición del poder y la riqueza, salvaguardar los derechos sociales y civiles frente a la información oficial.
Sin embargo, paradoja, en términos generales y específicos, impera una especie de despilfarro verbal por lo fácil que se vuelve –de poquito en poquito y sobre la base “cultural” de no sumar equis caracteres– soltar, y seguir, palabras que, por regla, se topan en esa especie de montaje que son las “revoluciones interpersonales”.
Desafortunadamente el exponer zancadillas que hacen de sentencias tajantes y totalitarias, nos ha convertido en una suma de homogéneos hasta en la forma de reírnos.
Creo que entender, intentar entender los retablos del discurso y mantener la independencia ante ese discurso, requiere más de un “tuit” que no sólo nos dé –gratis–
ese espíritu de aventura que dan las exclamaciones, las pequeñas frases sueltas.
El debate que pasó nos mimetiza entre ser participes o cómplices, porque si bien las redes sociales son, de conformidad, el triunfo de la libertad de expresión, esto sólo atañe a la sociedad autollamada tecnológica en un Estado donde aún predomina lo rural y la pobreza extrema.
Es decir, esa distribución aparentemente justa y equitativa que reconcilia y protege las libertades humanas, la hemos reducido a slogans que a su vez han convertido el recurso de pensar en una guía de decoración de interiores que describe las acciones físicas de un debate que, como todos los debates políticos en México, limitan y sugieren como participar en ellos: en la extrapolación de réplicas.
Desplazar la reflexión hacia crónicas comunes, permite que seamos espectros amparados en los residuos de la Comunicación Social.
Creo que cotejar, comparar, investigar, leer, discutir sin la rapidez que te exige estar en el centro, puede renovar intenciones, motivos, convicciones. El reproche es voluminoso, sí, pero poco aporta, ya que dura lo que dura el vuelo de una mosca.
Y este país, a pesar de las bondades del futuro, no se ha reinventado. En una de esas el dinosaurio de Monterroso bosteza y nos engulle y nos morimos de nada.
Luis Daniel Pulido