Quiero construirte un barco,
una forma particular de abordar el mar,
el oleaje y las zonas de conflicto;
que aprendas, sin documentos de por medio,
a avistar las breves líneas que te escribo
desde Puerto Vallarta, en México
No pienso en playas personales,
pienso cantarte tangos, de los amorosos,
no de los abolicionistas, contagiarme contigo
del día que me quieras, la rosa que engalana,
se vestirá de fiesta, y ser indiscriminados con el amor
tal como lo hacen los niños: apedrearlo, morderlo,
pedirle disculpas sólo si nos jalan las orejas
Decirte bienvenida a Guadalajara cerquita,
muy cerquita del oído linda argentinita
de mi corazón de niño malo que te hace
jugo de manzana todos los días por las mañanas
Las caricias son los únicos procesos democráticos que conozco, son determinadas secuencias donde el tiempo y el espacio constituyen un solo lenguaje. Uno empieza por las manos hasta llevar a cabo un beso, persuadiendo así tu desnudez y la mía para ese país perfecto que es la cama, donde las almohadas no crean distancias y los sueños descansan en cada parpadeo, cada mirada, de frente a la vida tomados de la mano. Luis Daniel Pulido. Akumal, Q. Roo; México
sábado, 25 de febrero de 2012
TODOS LOS DÍAS, POR LAS MAÑANAS
domingo, 19 de febrero de 2012
¡BIP!
Estuve a dos segundos de decirte te quiero,
me gustas, eres la razón –o todas las razones–
de la novela europea
Hablo de la tinta, de las inscripciones,
de las hendiduras que se hacen cuando
se rompe la punta del lápiz y se disemina
la sangre en los tendidos, un banco de niebla,
el punto y aparte
Estuve a dos segundos de besarte
como besaba cuando era niño:
con el sonido que hacen las cartitas
que se deslizan bajo la puerta,
con arena del mar entre los labios,
como pececito que no cabe en su pecera
Así mero
miércoles, 8 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
REVELACIONES
Las minas no dan posibilidades de redención,
uno las pisa y la muerte pierde el paso en el tiempo
–me refiero a las partes cronometradas de nuestra
profunda tristeza– como la de ver una estación
de camiones vacía, el documental de niños
mutilados en la historia reciente:
De ver cómo nuestros ojos
–fríos como el agua de la Antártida–
mantienen una mínima distancia
con la lista de madres muertas
que tomaron el lugar de nosotros
sin decirnos nada
sábado, 4 de febrero de 2012
MADRE E HIJO (CANCIONES TRISTES DE DUBLÍN)
Quiero mucho a mi mamá. Por algo, ya sea certeros recortes en estos ojotes sin proyectos modernos de energía o simplemente por lo que dicen los doctores, no le alcanzo algunas cosas que pide: una buena película, un dedito que haga magia, el canto de los pajaritos en el patio.
En las mañanas corremos a ganar una plaza para vender polígonos de dulces, chilitos que te hacen brincar a 300 kilómetros por hora, almendras con sabores que de verdad son de avalancha.
En las tardes, los dos empezamos a perder la memoria.
Caminamos entre dos camas desvencijadas, la mesa donde coleccionamos postales de Nuestro México, un enorme barco de luces apagadas y el reloj que no funciona desde que conserva, para sí, su biblioteca de islas en un folleto para turistas que no vienen.
Olvidó que las playas, en esta casa, desde hace tiempo, nadie las visita.
No importa. Con las manos podemos reemplazar albas costeros por fuegos artificiales que al día siguiente, a la misma hora, nos levantan.
Mamá me pide pan con leche, o me lee un correo electrónico, de los que envían los lectores; también me pregunta si las monedas que juntamos alcanzan para comprarle un buen tinte, ya que en la ciudad donde vivimos se vino la gran epidemia de canas.
Me pone contento que reconozco el sonido de su bastón partiendo en dos el gran ataque aéreo de mosquitos y abejas en esa plaza donde vendemos dulces como madre e hijo.
Mañana, mamá, lo sé, volverán los buenos días.
Hoy duerme. No tengas miedo.
miércoles, 1 de febrero de 2012
YA NO ESTAMOS EN KOSOVO, CARIÑO
Volver a tocar tu piel, contar los años –Pearl Jam,
tu hija, exitosas series de tv–, y coincidir que el amor sí
es un negocio rentable, herramienta del tiempo
que apenas cumple algunos siglos y nos da la oportunidad
de comprar discos en Mixup y libros bajo la cama
Besarte y ser estadística en Google,
renovarse desde el reloj o la cafetera,
irnos al trabajo y por las tardes reunirnos
en el garage para tocar canciones de Ramones
o Metallica
Fugarnos al motel y con ello sentir que rompemos
con el gobierno, que cuando hacemos el amor
descubrimos nuevas leyes del movimiento y la gravitación
universal, que nos guardamos el secreto y no le enviamos
el mail a Newton
(Newton, donde quiera que te encuentres,
saludos)
Marcar a recepción, hacer un ajuste de cuentas,
caminar esas pequeñas callecitas para llegar
a otro cuarto ya que nada es imposible en tu belleza:
así le ponemos espíritu al jacuzzi, caramelos sin envolturas,
conversión de kilómetros a millas
Volver a amarte en una cama donde decimos
“buenas noches” a Jabberwocky, Alicia, Borges,
Moby Dick, Cortázar, Sherezada, Buster Keaton;
y donde me prohíbes las cocacolas y las comidas
altas en grasas