jueves, 11 de septiembre de 2014

NO DEJES DE VER MIS OJOS TRISTES


Para Gina

Si te pido que regreses
–efecto dominó no reconocido por la historia del arte–
es porque esto de la morosidad en la poesía
aumenta el número de administradores,
y tú sabes que un mismo radio para sesenta personas
es ya cosa del INEGI o de un buffet de contadores:
el SAT, una colonia nueva, la Secretaría de Hacienda

Hay quienes recurren a materiales orgánicos,
a los dueños de la bolsa, a la decoración
de interiores, a osos polares;
hay quienes no: recurren al coraje,
al sexo explícito, al juego al mediodía,
al club de hombres que aman el rock,
la cerveza, a las rubias que visten de mezclilla

Igual no vuelves y este país ya no tenga
centro de gravedad, tlatoanis que escriban
“los las los las los las” como ejemplo de mestizaje
del lenguaje, de tierra para todos,
de periodismo sin fronteras

Bah

Sé que la vida sigue en los sectores públicos pertinentes,
en la federación de estudiantes que elegiste,
en la insurgencia de los que sí participan,
en el bostezo de los que publican libros de poesía,
en los que salen a correr a las seis de la mañana,
en los que deciden morirse en la sala de su casa

Luis Daniel Pulido

Chiapa de Corzo, 11 de septiembre 2014


jueves, 4 de septiembre de 2014

YO, QUE TE QUIERO TANTO


Para Gina, donde quiera que se encuentre


No contamos los días que llevamos juntos,
no creemos –supongo– que los aniversarios
tengan algo de catedral londinense,
coro de niños, agobios por la supervivencia

Hay –primera parada– un concierto
de los Queens of Stone Age;
hay –segunda parada– una señora
que convencer en Guadalajara;
sí, eso que los ideólogos de la mala leche
llaman suegra, mamá postiza
–condición humana–
el rayo sobre la cabeza

Cero Asgard, Carmina Burana,
el medioevo

Paz a los hombres de buena voluntad,
los icarianos, los que veremos el futbol

Paz

No contamos los días que llevamos juntos,
las salidas en falso, los celos de ella,
la danza de guerra:
untar aguacate a la galleta,
abrir una cuenta mancomunada,
lanzarnos desde el bungee más alto
y cantar canciones de cuna para princesas
que se desnudan como si el universo
fuera una isla desierta

Luis Daniel Pulido