Las caricias son los únicos procesos democráticos que conozco, son determinadas secuencias donde el tiempo y el espacio constituyen un solo lenguaje. Uno empieza por las manos hasta llevar a cabo un beso, persuadiendo así tu desnudez y la mía para ese país perfecto que es la cama, donde las almohadas no crean distancias y los sueños descansan en cada parpadeo, cada mirada, de frente a la vida tomados de la mano. Luis Daniel Pulido. Akumal, Q. Roo; México
lunes, 28 de noviembre de 2022
REPORTE DE UNA TARDE TRISTE
MORIR CONTIGO
HOY NO QUIERO IRME TRISTE A LA CAMA
domingo, 20 de noviembre de 2022
ROMPER, CON AMOR, LA BARRERA DEL TIEMPO Y DE LA VIDA
RECUENTO DE SÁBADO POR LA NOCHE
No tengo nada,
lunes, 14 de noviembre de 2022
MARCO, EL GRANDE
Nada se escapa de tu recuerdo,
estás en el vuelo incierto de la libélula,
en la luz de la tarde,
en mis dedos que buscan la claridad
de una imagen
Nada es ajeno a tus palabras,
a lo que me enseñaste
Vas conmigo en el largo campo de flores,
en mi silencio como rechazo a esta tierra,
que no da nada: hasta el rayo y su luz y su trueno
son secos
Nada pasa sin ti:
los golpes que suelto al hombre que me amenaza,
la pedantería de sus poetas y su tierra
y su sino: la miseria
Nada soy sin tus palabras
y tus amigos y Ana y tus libros,
divertidos lectores sin obligaciones,
lo “que la poesía pierde en la traducción”,
tu gato en tus piernas,
un verso de Alí Chumacero
Nada pasa sin ti,
corazón noble y gigante,
ciudadano del mundo,
caminas las arterias de agua
de la Ciudad de México
Porque nada se ha ido contigo
Me paro frente al monte alto de donde vivo,
y el canto de los pájaros acompaña el grito donde te nombro
Luis Daniel Pulido
jueves, 10 de noviembre de 2022
LA PROFUNDA TRISTEZA DEL DIOS DEL TRUENO
Foto: Roberto Bernal
Para Marco
Pulido
Me he metido a correr, a trabajar de noche,
de día, a las narrativas breves de los likes,
de las gotas de agua en el lavabo:
el reflejo del hombre que le salen glaciares
de la boca,
el monstruo inerte de la tristeza
que cae en lo profundo de su sueño
Soy ese reflejo descompuesto en el baño,
con la computadora encendida,
y ese pequeño sonido que tensa la vida:
la interconexión inalámbrica
Doy Enter a todo (a todo):
a la salvadora red de peces,
a los cruces de caminos en la carretera,
a las pequeñas cosas sin importancia
Supongo que esto es el duelo:
nos hace hombres más solos
y cerramos los ojos a todo
Abro las llaves del agua
y pido a Dios por ti
y por mis amigas que te recuerdan
y por Ana y por nuestras madres
y los aviones que surcan el cielo en estos momentos
La tierra negra en mis pies es señal
de que estoy acá y no en otra parte
Y me arrodillo ante la noche,
porque me rindo
Luis Daniel Pulido
miércoles, 2 de noviembre de 2022
MARCO EN YANKEE STADIUM
Para
Marco y Ana
La historia la sé por mi sobrina Ana
—al fondo una discusión sobre Aristóteles
y la imposibilidad de ser feliz
hace de ruido mientras leo la carta de mi sobrina.
No quiero sonar ni verme grosero,
pero la discusión para mí ya no es importante.
Creo que en los últimos días las bibliotecas
no arden como antes,
ni los escritores ni los alumnos ni los aspirantes
a la medusa burocrática de las premiaciones.
Prefiero el futbol soccer.
La soledad es el ruido continuo de mi celular,
mi gato en la puerta, mis perros durmiendo,
este 2 de noviembre con su marco de procesiones:
en cinco segundos los hombres abandonarán esta isla
Y lo veo. Los veo.
Marco estuvo con Ana viendo
un juego de beisbol en Yankee Stadium:
Yankees contra los Medias Rojas de Boston;
el juego fue una fiesta de carreras,
hits, jonrones. Un detalle: el pitcher de Boston
lee mal las indicaciones, recluso de la presión y sus ideas.
Ana y Marco no le van a los Yankees,
sino a Boston y dicen, juntos, “no puede ser”.
Los Yankees anotan tres carreras.
Mister Bruce Springteen suena en el estadio,
la canción es Working on the Highway.
Va Boston al bat.
La luna —antes insidiosa
y sombría,
ilumina una pelota que sale del estadio,
llega a la calle, rompe un cristal de un auto,
hace que Ana y Marco celebren una, dos,
tres, cuatro, cinco, seis carreras.
Lo hacen en silencio, sonríen entre ellos.
¿Pensabas que te iba a dejar solo? —escribe Marco
en la parte de atrás de una postal…
que llegó hoy.
Luis Daniel Pulido