Nada se escapa de tu recuerdo,
estás en el vuelo incierto de la libélula,
en la luz de la tarde,
en mis dedos que buscan la claridad
de una imagen
Nada es ajeno a tus palabras,
a lo que me enseñaste
Vas conmigo en el largo campo de flores,
en mi silencio como rechazo a esta tierra,
que no da nada: hasta el rayo y su luz y su trueno
son secos
Nada pasa sin ti:
los golpes que suelto al hombre que me amenaza,
la pedantería de sus poetas y su tierra
y su sino: la miseria
Nada soy sin tus palabras
y tus amigos y Ana y tus libros,
divertidos lectores sin obligaciones,
lo “que la poesía pierde en la traducción”,
tu gato en tus piernas,
un verso de Alí Chumacero
Nada pasa sin ti,
corazón noble y gigante,
ciudadano del mundo,
caminas las arterias de agua
de la Ciudad de México
Porque nada se ha ido contigo
Me paro frente al monte alto de donde vivo,
y el canto de los pájaros acompaña el grito donde te nombro
Luis Daniel Pulido
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