En el amor se tiene siempre esa sensación inestable
de cuando se camina sobre la línea borrosa de un viejo
cuaderno lleno de notas, seguro de que los resultados
no se tratan de un original griego, una calca natural
de la bondad, el misterio de las estampas orientales,
la piedra donde florece el girasol y el iceberg
Es golpear una botella de agua contra la mesa
y salpicar el tomillo y el ajo
Es mudarse el traje dependiendo de a dónde te inviten,
si tienes que hablar del renacimiento español o barcos piratas,
de Tom Petty y los Heartbreakers; sitiar a la reina, darle el avión
al alfil y llevar a tu mujer a Selvogur sin amarrarnos las agujetas
Que en caso de una mancha en su vestido –y esto no es falta de seriedad–
encender las luces de una autopista, esperar a que el mar salga de las paredes
y nadar hasta la hipotermia
*Del libro autobiográfico Prohibido degollar patos