lunes, 14 de noviembre de 2011

QUE VUELVA EL ROCK A LA CIUDAD





Quisiera explicar –viendo el fondo del océano–


la trayectoria de una bala, el eventual estallido


de los peces en la curva sedimentada del anzuelo






Matar al toro en la plaza, estropear el reloj de pared


sin remordimiento: que el diablo canta, boquea,


se arranca la piel empapado en su guiño de sangre






Lo entiendo: No todas las cosas se cubren con la luz


de un relámpago cuando navegas; a veces –una novelista


provinciana y pequeña– te muerde los dedos, los ojos,


el corazón y sisea cinco segundos de termitas bajo


la almohada





1 comentario:

LoLiTa dijo...

Eso, que vuelva. Este poema es una bala y pongo pecho
}
Besos