Quisiera explicar –viendo el fondo del océano–
la trayectoria de una bala, el eventual estallido
de los peces en la curva sedimentada del anzuelo
Matar al toro en la plaza, estropear el reloj de pared
sin remordimiento: que el diablo canta, boquea,
se arranca la piel empapado en su guiño de sangre
Lo entiendo: No todas las cosas se cubren con la luz
de un relámpago cuando navegas; a veces –una novelista
provinciana y pequeña– te muerde los dedos, los ojos,
el corazón y sisea cinco segundos de termitas bajo
la almohada
1 comentario:
Eso, que vuelva. Este poema es una bala y pongo pecho
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Besos
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