Luis Daniel Pulido y Sonora Madaux
No hace falta decírtelo,
repetir lo que sabes,
clavar este poema en maderas de nogal.
Hace falta leer a Hunter S. Thompson,
tenerle miedo y asco a Las Vegas,
aprender civismo e historia en el Youtube,
firmar contratos imaginarios con el Manchester,
miss Colombia, el mismísimo Satanás.
No se trata de llegar ansioso a las plazas,
de compartir la trascripción de la novela moderna,
el horóscopo chino, el mayo francés
y lo tibio que son los fregaderos en Vallarta.
Se trata de cerrar los ojos
y escuchar el bandoneón en una vieja iglesia alemana,
de sentirme lejos de los semáforos que marcan las esquinas
y pasar por mis dedos el olor de tu piel.
No hace falta decírtelo,
estallar botellas, encender un cigarro:
hace falta el be-bop de Leonard Cohen,
un par de copas de vino tinto
y decirte que te quiero a las seis de la tarde
como quien lleva bombas en el pecho.