Fue, digámoslo así, una pancita
de medidas razonables.
Yo aseguraba que apuntaba al mar,
Karen a los Pirineos.
En el Metropolitano los médicos
encierran en un círculo la temperatura
y la hora convenida:
Se abre la pancita y nace una niña.
Karen, feliz, la abraza y la besa
al mismo tiempo que me dice al oído:
No me quedó panza ni estrías.
¡Vivan los Bísquets Obregón!
3 comentarios:
Don Luis Daniel, si me permite, le mando besos a tan bonita nena.
Fuerza regia, forever
Querido Luis Daniel, qué hermosa niña.
Besos
Estimado amigos, un abrazo a ambos y gracias por sus bonitos comentarios. Hoy se terminó "el puente" y retomamos la crisis financiera.
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