jueves, 27 de noviembre de 2008

UN DÍA CUALQUIERA



En la foto, Karen Dianne con la pequeña Sonora



Un día cualquiera se deja de fumar
y el humo se va a pique por senderos
infestados de zombis que me confunden
con Mil Máscaras y me devuelven
en un onomatopeya el ring
donde después de cada lucha
miles de mujeres se avientan a mis brazos.

Un día cualquiera un viejo lobo
acepta vivir a nivel del mar
y se arrastra por la arena
en cada segundo que marcan
los relojes digitales

Un día cualquiera el amor
volverá con su luz de espuma
y almendras a los parques,
en la lluvia que cae sobre
el toldo de los acuarios,
en el retobo de precios
a las tienditas de las esquinas,
en las canciones que silbamos,
en croquis que facilitan la tarea,
en fila india o brincando rejas.

Un día cualquiera dejaremos de ser
referentes de “sociedades civiles”
y los derechos ciudadanos
no sólo servirán para construir
escuelas y hospitales,
también para que en sesenta centímetros
de blue-jeans no olvidemos que bajo la luz
de todos los números, todos los registros
y todos los espacios siempre hay una mujer
que redime y pinta cometas porque el misterio
más hermoso no se resuelve: es piel, mezclilla y evidencia

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