jueves, 21 de mayo de 2015

PAZ A LOS HOMBRES QUE ESCUCHAN A NICK CAVE


A Gina

Yo puedo ser invitado de honor,
ciudadano emblemático de una ley aprobada,
salir –comiendo pepitas, por ejemplo–
en la pantalla gigante de un estadio de futbol
o en un mural de una escuela de Artes Plásticas

Abrir y cerrar los ojos,
alzarme la camisa, rascarme la panza,
pasar por encima de un montoncito de cabezas
mi vaso de cerveza, digamos: allá ustedes
con su cuadro combativo, sus venas abiertas,
la documentación tributaria, el perro que ladra

Yo –y es que a mi edad la epistemología,
el menoscabo, el periodismo independiente
y el que no– no representan en importancia
una carrera de caballos, un verso aeronáutico,
ocho días a los dados

Yo –y disculpen por citarme en el ejemplo–
me siento en el jardín de la casa,
nada sé del mundo, los clichés, las palabras;
han muerto Galeano, Grass y un chingo de gente
–me dicen– y yo, sí, yo, veo cómo se posa una mariposa
en mis dedos y alcanzo a decirle a mi novia,
con cierta dulzura, tengo hambre

Luis Daniel Pulido


miércoles, 6 de mayo de 2015

ASÍ DE TRISTES LAS COSAS


A Gina

No tengo consideraciones sociales ni políticas
con el vecino, el coche del vecino, el perro del vecino,
un motivo –un solo motivo– para volverme confidente
o revolucionario o segundo de bordo

He intentado ser sociable, dar detalles de viajes,
horarios, menús, retrasos, vueltas de hoja:
qué se siente beber agua o vino o whisky después
de un suicidio fallido y avergonzar a los que sí lo hicieron

Hay un desierto de fotos familiares,
una caravana de beduinos, un schnauzer que ladra
y un diagnóstico: diabetes mellitus

Tras la ola –lo sé– seré otro

Y te abrazo


Luis Daniel Pulido