A la memoria de mi hermano: Marco Pulido
Para Ana Pulido Rull
—el mar y la tormenta y el rescate
del autor en tus traducciones—
y el cielo y los mundos nuevos,
a Cervantes y Compañía
que hicieron de postales,
de barquito inmutable en la corriente del río
Y las mujeres que amamos
y los escaparates del pan de dulce,
Coyoacán en una tarde
Extraño tus palabras y tu cariño
de hermano mayor:
los puentes, los territorios,
las piedras que quitaste de mi camino,
la sangre de mis pies
Y tu amor infinito a Ofelia,
nuestra hermanita en el cielo
O en las nubes o un planeta lejano
En la ramita en la palma de mi mano
Extraño tus cartas y la luz
de una tus ventanas en tu primer
correo electrónico:
“Hola, soy Marco, y te escribo
desde Mascarones,
es un día cualquiera…”
No, no lo era: aquel niño rubio
y cachetón estaba del otro lado de la puerta
Los hijos de don Vicente Pulido
y su afición a romper las barreras del tiempo
Es 1972 y estamos en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas
En una bonita Estación de Telégrafos Nacionales
Luis Daniel Pulido
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