No
hubo un faro
–ese
tesón de los poetas febriles–
para
iluminar la importancia del oficio;
apostamos
a un camino más sencillo:
al
sufragio del ciudadano
(desde
Kane al campesino de alguna Sierra de Chiapas),
al
mecanismo de un barquito de vapor,
el
tren eléctrico que hizo feliz a los niños
de
1980
Y
cuando la fragmentación ideológica
nos
tentó con las becas,
participamos
en la recreación de los actores
y
su compartimiento:
nos
dijeron, algunos, traidores;
los
otros, nos ayudaron a manotear
burbujas
de jabón u organizar un juego
de
futbol
La
poesía, como siempre, está en otra parte:
en
Hamlet, Aquiles, un guerrillero;
en
los manuscritos no solicitados;
en
el horizonte, en Camagüey,
los hoteles de paso
No
en tu adhesión feminista,
el
pago de la renta a la cuenta de tus padres,
en
las últimas noticias de tu milésimo
periódico
de escritores
(Pero)
El
buzón de quejas está a mano derecha
Luis
Daniel Pulido
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