A Marco Pulido, mi inolvidable hermano.
Para Gina.
once minutos de territorios libres,
distopías sociales,
una cabra que patee gordos,
vecinos ruidosos, el celular
que timbra y timbra
y todos esos libros pendientes
sobre genealogías y tradiciones
y los ocasos y lo insoportable
Supongo que este cansancio es por exceso
de comida, de años de caminar el México Bárbaro,
del fuego y los linchamientos y el daiquirí
en la mano.
Este país y sus ajos a sacrificar para un libro de fotografía.
Vaya domingo. Quisiera un abrazo,
tu sombra en las paredes,
la milpa alta de Amatenango,
un jardín botánico.
Pero sólo hay trastes con restos de comida
y un vecino que martillea vulgares calles
de narcotraficantes.
Extraño el silencio de todos los libros que leímos.
Luis Daniel Pulido
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