Fuimos jóvenes: llegamos a los libros
con El Cuervo de Poe, la escuela negra
–nos asumimos una minoría racial de Brooklyn–
de guitarra eléctrica
Nos adentramos al simbolismo y entallábamos
pantalones de mezclilla
Tuvimos muchas novias y hartas horas de sexo
leyendo a García Ponce a Daniel Sada a Musil;
películas de Russ Meyer, Fincher, Kieslowski
Celebramos los espectros multiformes de la heroína
en reductos de orgasmos infinitos; nos perdieron la pista
Hoy puedo ser Rimbaud, el afilador, anglófilo,
Javier Corcobado:
Sangre, saliva y que nadie corone a nadie
con coronas de espinas
Luis Daniel Pulido
*Del libro El apetito de los ciegos. Ed. Public Pervert
1 comentario:
Sexy, eso eres, sexy
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