Foto: Belén Asad
La he vuelto a ver. No puse atención a la hora, a la fecha.
Era ella, su soledad frente a la caja registradora
y ciertos números beligerantes.
Me habló de la Universidad, de esa mezquita de contadores
Era ella, su soledad frente a la caja registradora
y ciertos números beligerantes.
Me habló de la Universidad, de esa mezquita de contadores
que hoy, de adultos, platican de los viejos tiempos
agrupados en su Chiapas y lo que aparentan: llevar una buena vida.
Me revisó los brazos –nunca he logrado manejar
con discreción los mercados compatibles
entre precio y jeringa– y sus ojos me aventajaron
en tristeza: lloró, fue convincente. Nos abrazamos.
Soy un cínico, es mi derecho de propiedad;
no conservo –para bien o para mal– tradiciones proféticas,
me sobra autoridad y eso nada tiene que ver con la poesía.
Disparo a matar.
Le dije que la amo y me llevó a su casa.
Desde allá doy fe de nuestro maravilloso
mediodía francés.
Ahora iré a la tienda por cigarros.
Estoy vivo y eso es lo que cuenta.
agrupados en su Chiapas y lo que aparentan: llevar una buena vida.
Me revisó los brazos –nunca he logrado manejar
con discreción los mercados compatibles
entre precio y jeringa– y sus ojos me aventajaron
en tristeza: lloró, fue convincente. Nos abrazamos.
Soy un cínico, es mi derecho de propiedad;
no conservo –para bien o para mal– tradiciones proféticas,
me sobra autoridad y eso nada tiene que ver con la poesía.
Disparo a matar.
Le dije que la amo y me llevó a su casa.
Desde allá doy fe de nuestro maravilloso
mediodía francés.
Ahora iré a la tienda por cigarros.
Estoy vivo y eso es lo que cuenta.
3 comentarios:
Estás vivo y con ello el mundo gira para mí, late, es el mar
Besos
Y bien vivito ¡Viva!
Besos
Yuri:
Hasta tablita de surfer traigo
Besos
Karen:
Y moviendo la colita, también
Besos
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