Descartes a Kant
Dana no escribe muy seguido, es decir, cartas por el servicio postal, porque vía mail hace gala de lo predecible que puede llegar a ser un texto para que el usuario, en este caso yo, me sincronice con los solipsismos de la autopista de la información. Claro, perfil y contenido son suficientes con un te amo.
El dorado olor a cerveza bajo la lluvia es lo que quiero escribirte, prescindir del celular y la cámara de video, escribirlo para ti que eres el hombre más solo y atento a las palabras, me dice Dana en uno de sus párrafos.
Chiapas, concretamente Tuxtla Gutiérrez, tiene algo de Madrid: la temperatura; 40 grados y uno se convierte automáticamente en terrorista o malnacido por adueñarse del único frigobar de la oficina.
Hoy jugaremos futbol. Mi exposición del 4-4-2 no fue totalmente ignorada por los de marketing, y con la necesidad de que el departamento editorial cuente con un director deportivo, me he apuntado para tan miliciana y culta profesión.
Dana odia el futbol, aunque me cuenta que el siete del Manchester United –no sin antes tropezar con el sino feminista que rige su especulación amorosa– es “algo sexy” y que tal jugador documenta muy bien la próxima civilización de futbolistas y no jugadores como Eto’o o Messi, que serán sólo simuladores de la tecnología; por eso la reubicación de éstos no será en los equipos más fuertes de Europa, sino en los nuevos programas de Xbox o Play Station. Extraña teoría, sobre todo por la pasión con la que me explica algo que detesta tanto. Quizá no olvida los domingos que pasamos juntos viendo el Pumas-América bebiendo cerveza y dorando nopalitos y chiles.
¿Sabes a qué concierto fui? Al de The Police ¿Te acuerdas que querías tocar la batería como Stewart Copeland? escribe Dana, además de que son las cinco y bebe té y que ya no le gusta mucho el color azul, sino el anaranjado; que inventa laberintos en su bufanda, que escribe y piensa en inglés pero que se ve más bonita hablando español, que el track cinco le recuerda el chapoteo de mis pasos en San Cristóbal de Las Casas.
Debería aspirar a ser un sujeto universal –pienso– y confundir la felicidad con las carencias de sentido, o ver en el espejo cómo crece la mancha negra y redonda de la nostalgia.
Mañana leeré la carta completa. Me voy a jugar futbol.
Posdata: La banda que tanto te gusta se llama Descartes a Kant
Recibí una carta de Dana. El timbre postal me remitió a una escena de The Royal Tenenbaums, y la verdad no sé por qué. Lo pienso mientras leo las letritas de la envoltura interior de mi último caramelo. Quizá porque Dana tiene cierto aire de Gwetney Paltrow y yo las tristezas impuestas al personaje de Luke Wilson en la misma película; o porque ella vive en Londres y yo en el eterno welcome Cancún arrojando alimento a la misma pecera y ni quien le pague clases de inglés a los peces. Lo sé, los peces no hablan. Qué absurdo.
Dana no escribe muy seguido, es decir, cartas por el servicio postal, porque vía mail hace gala de lo predecible que puede llegar a ser un texto para que el usuario, en este caso yo, me sincronice con los solipsismos de la autopista de la información. Claro, perfil y contenido son suficientes con un te amo.
El dorado olor a cerveza bajo la lluvia es lo que quiero escribirte, prescindir del celular y la cámara de video, escribirlo para ti que eres el hombre más solo y atento a las palabras, me dice Dana en uno de sus párrafos.
Chiapas, concretamente Tuxtla Gutiérrez, tiene algo de Madrid: la temperatura; 40 grados y uno se convierte automáticamente en terrorista o malnacido por adueñarse del único frigobar de la oficina.
Hoy jugaremos futbol. Mi exposición del 4-4-2 no fue totalmente ignorada por los de marketing, y con la necesidad de que el departamento editorial cuente con un director deportivo, me he apuntado para tan miliciana y culta profesión.
Dana odia el futbol, aunque me cuenta que el siete del Manchester United –no sin antes tropezar con el sino feminista que rige su especulación amorosa– es “algo sexy” y que tal jugador documenta muy bien la próxima civilización de futbolistas y no jugadores como Eto’o o Messi, que serán sólo simuladores de la tecnología; por eso la reubicación de éstos no será en los equipos más fuertes de Europa, sino en los nuevos programas de Xbox o Play Station. Extraña teoría, sobre todo por la pasión con la que me explica algo que detesta tanto. Quizá no olvida los domingos que pasamos juntos viendo el Pumas-América bebiendo cerveza y dorando nopalitos y chiles.
¿Sabes a qué concierto fui? Al de The Police ¿Te acuerdas que querías tocar la batería como Stewart Copeland? escribe Dana, además de que son las cinco y bebe té y que ya no le gusta mucho el color azul, sino el anaranjado; que inventa laberintos en su bufanda, que escribe y piensa en inglés pero que se ve más bonita hablando español, que el track cinco le recuerda el chapoteo de mis pasos en San Cristóbal de Las Casas.
Debería aspirar a ser un sujeto universal –pienso– y confundir la felicidad con las carencias de sentido, o ver en el espejo cómo crece la mancha negra y redonda de la nostalgia.
Mañana leeré la carta completa. Me voy a jugar futbol.
Posdata: La banda que tanto te gusta se llama Descartes a Kant
4 comentarios:
Casi tocando esta sucia decadencia
cayendo fuera en la sexta y Powell, un sudor de muerte en mis dientes
Voy a caminar, caminar, caminar
cuatro cuadras mas y la de mi cerebro
Abajo, al hombre del piso de abajo
Él va a hacerlo bien
Y no quiero hablar
Estoy tomando la pastilla para estar tranquilo cuando quiero
Asi que déjenme en paz
Deberían estar orgullosos de que tengo buenas notas
Eso es es lo que dice Ellito Smith en en la escena del intento de suicidio
Besos
Por ti, por Dana
¡¡Salud!!
QUÉ NOSTALGIA, LONDRÉS Y POESÍA ROCKER, DULCE, AGRADABLE
BESOS
Denisse:
Una letra y una melodía bastante nostálgica. La escena me gusta.
Besos
Cati:
Salud¡
Marina:
Rock, siempre rock. Nos vemos en Londres.
Besos
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