Las caricias son los únicos procesos democráticos que conozco, son determinadas secuencias donde el tiempo y el espacio constituyen un solo lenguaje. Uno empieza por las manos hasta llevar a cabo un beso, persuadiendo así tu desnudez y la mía para ese país perfecto que es la cama, donde las almohadas no crean distancias y los sueños descansan en cada parpadeo, cada mirada, de frente a la vida tomados de la mano. Luis Daniel Pulido. Akumal, Q. Roo; México
viernes, 4 de julio de 2008
UNA FLOR EN TU CABEZA
Leti:
Nos empeñamos en crecer, en abrir los ojos debajo del agua, alcanzar Las Antillas sin palidecer por falta de aire, exhalar tan fuerte que el mar iba por las sábanas como una tijera abierta...
Aún siento tus manos apretándome la nariz, diciéndome ¡no respires!, escondidos bajo la luz de una vela para inventar siluetas que se morían cuando el viento sacudía las cortinas. Pero cuando mis ojos se asomaban por tu hombro como dos balones pateados y de medio uso, gritabas desesperada -¡Respira Chincho, respira! Y me prestabas tu snorkel, y el aire llegaba a mis pulmones con sus llanuras de pasto verde; por eso sé que de tanto respirarte tus labios saben a miel con mazapán y chicle bomba.
Un día me dijiste ¡Cómo me gustaría volverme nardo! Fue entonces cuando el mar dejó de hacernos cosquillas en los pies, olvidamos practicar 'bucitos' y corrimos al jardín.Es el tiempo de las flores, dijiste, a la vez que me exigías ponerte tierra en la cabeza. ¡Quiero tener una flor en la cabeza!
El mar quedó como un montón de ramas secas, pero nos dejó semillas para la cabeza de Leti. Desde ese día ella es de arcilla y yo no tengo la nariz roja...
...Y la flor crece y crece y crece...
Hay quienes piensan que es un sombrero, allá, en El Péndulo, donde todos los días cantas, mientras yo le agrego dos cerezas a esta carta que parece un enorme pastel de cumpleaños.
Desde Pulidín City
Chincho: bucito, jardinero, carpintero y rocker
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