Leti:
Preguntas cómo naciste, si eres de polvo o de hojas de naranjo, un fruto o la arboleda de un parque donde tu papá y tu mamá buscaban oro o plata, zapatos impares, dinosaurios de ámbar o una ciudad bajo el follaje acústico de la marimba.
Imaginemos que tú eres una flor con tu paraguas de pétalos esperando que amanezca una y otra vez hasta que gritaste ¡ñaaaaa!
Un ser blanquísimo te tomó entre sus manos y le dijo a tu mamá: ¡es una niña!, como si proclamara su más grande hazaña. Ese extraño no es tu papá, se llama ginecólogo, compañero ocasional de tu viaje austral a esta terminal de aviones que suele ser la sección de pediatría.
Ese mismo día pusieron música de un guitarrista que se llama Santana y por eso te gusta el rock.
Tu mamá hizo suyo tu grito y aunque no dijo ¡ñaaaaa!, sí dijo ¡hija, hija!, pues aun no te llamabas Leti.
Tú no abrías los ojos porque no sabías lo que era un guiño, también movías mucho tus manos como si quisieras volar a un lugar al cual no podías llegar. Qué decir de tus pies despellejados y rosados y tu olor a ajo.
Tu mamá quedó un poco descompuesta, como si sus 33 años de vida se le fueron cabalgando. Después lloró mucho, pero se dio tiempo para inventar un nuevo lenguaje con el cual se comunicaba contigo: —ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah—.
Como nadie me decía: ¡Chincho, mira qué bonita niña!, me fui a casa a escribir tu bitácora de vida.
A los cinco días llegaste a mi casa y te di 57 besitos.
Y desde ese tiempo te quiero mucho.
Chincho, ex-vocalista del grupo The Who
Verano de 1978; Pulidín City.
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