Para
Georgina Fernández Ríos
He
perdido la fe –si algún día tuve fe–,
el bien
común, a la tapatía más linda;
ahora
soy parte de la sociedad internacional
de suicidas,
de la guía de conducta para individuos
sin hijos,
sin casa, sin perro
Dejé
de fumar, el mercado libre, la posesión de objetos,
el discurso
académico;
tomé
atajos, el sinuoso –y divertido– camino a lo mejor
del
rock británico, devociones sencillas,
elementales
ajustes de cuenta
No
más compañeros de viaje,
la pasión
de Cristo, corazones rotos;
ni reproches,
velas que se apagan,
operaciones
de compra-venta,
espías
que tocan a la puerta
Hace
tiempo que ya no soy un niño:
hablo
de todo como si supiera,
exijo
pagos fuertes por mi trabajo
Soy –a
mi edad– un ciego
que
se entusiasma con una carrera de caballos
Con
el hierro, el polvo, la arena
Luis
Daniel Pulido
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