Gracias mamá por traerme al mundo. Sé que pusiste en
riesgo tu vida en un parto de nueve horas. Pero luchaste por mí, y me amaste.
Gracias mamá porque a pesar de que te dijeron que era un monstruo me
distinguiste con tu cariño y nunca me dejaste solo. Me contaste historias, me
compraste juguetes, me enseñaste el cine, los cómics, me amaste. Gracias mamá
porque me llevaste a la escuela y no te asustó mi afición a degollar patos, que
me llamaran “maldito” en víctimas o cifras. Pagamos todo, o casi todo. Y me
cuidaste y me abrazaste y me diste de comer y prometimos cuidarnos. Gracias
mamá porque cuando fui joven mi maldad –esa luz con la que brillaba– refrendó
otras formas de violencia y te recomendaron llevarme al psiquiatra y no lo
hiciste. Me amaste. Me protegiste. Y de ahí a las bibliotecas, la soledad,
pequeños tropiezos que no requirieron mas que de medicamentos y jugar futbol
soccer. Gracias mamá porque aunque fui un niño malvado y feo me amaste y
conocimos nuevas tierras, el mar para nosotros, un cielo lleno de estrellas.
Gracias mamá por todo lo que me diste: un hogar, tus sacrificios, los mejores
juguetes, tus manos cuando caía. Que nunca me exigiste te hiciera abuela, que
entendiste que teníamos que terminar la historia.
Luis Daniel Pulido
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