Lisboa (Foto de Nadia Villafuerte)
Sólo existen dos cosas para las cuales no hay edad:
El amor y el futbol.
Dicho argentino en voz de Diego”Gambetita” Latorre
El amor y el futbol.
Dicho argentino en voz de Diego”Gambetita” Latorre
Si bien diciembre es inseparable a las posadas, nunca imaginé que fuera como la sed misma: litorales de whisky y cerveza abiertos a conductas de una sinceridad fija e inamovible que, como Moisés salvado de las aguas, me llevaron al hospital en una bonita ambulancia.
En el hospital me preguntaron algunas minucias conyugales que fueron cobrando perfiles de tragicomedia para propios y extraños.
-¿En realidad está usted casado con tres mujeres?- Pues por eso bebo lo que bebo, quise decir, pero ya había sumado a la celebración a cuatro de las cinco enfermeras ¡tubo, tubo, tubo!
Como todo confeccionista novato del matrimonio, me permití el recuento:
Todo empezó el 22 de diciembre, en la posada de Nadia Villafuerte, pero también de Damaris y anexas, es decir “otros” amigos, malabaristas, trovadores y fulanos y menganos y que nadie salga vivo porque somos “artistas”.
Después, como quien compra un club para lavar dólares, la mayoría se hizo una minoría más rimbombante y selecta. Es así que, en clave de blues y bossa novas, nos emborrachamos hasta que ya no pudimos matizar el radicalismo puro de los que beben por el simple placer de hospedarse entre amores paralelos como son el alcohol y las mujeres.
Por eso cuando el doctor me hizo ver no sólo mi suerte con la cuentototona, también mis tres úlceras estomacales, decidí ponerles los siguientes nombres: Nadia, Lumi y Dana.
Y ahí están mis tres úlceras, cada una como fracasos personales pero que afectan y zozobran de modos distintos.
-¡Aviéntales dos pinches Genoprazoles!- me dice mi sabio diablito con su cara de Juan García Ponce desde el Copacabana donde Niurka aprendió el arte de hacer los huevitos estrellados.
Pero vuelvo al gran tema: alcohol y mujeres en diciembre no hacen precisamente sombra en una hortaliza. Todo empezó, según recuerdo, el 22 de diciembre del año pasado, día que las heridas sanaban y se convertían en monedas de plata gracias a la luz de la luna que un día durmió en altamar tiritando de frío bajo la neblina (metáfora Cartoon Network)
Pero bebimos y jamás alcanzamos la orilla de la playa. Hoy, por eso, estoy en este hospital como un lector ajeno, un poema cuyo esplendor llega con el vaho de los barcos que parten en dos el alba (metáfora HBO)
Se terminó diciembre, y doy gracias. Estamos en enero y los caminos al infierno se acortan: temo a las pequeñas recomendaciones médicas, a las rescisiones de contratos y a todo este país que nos mastica rencoroso con su deslumbrante generación de tontos.
Sólo me quedan mis úlceras, el Trópico de Cáncer que atraviesa Mazatlán y me deja entre los dedos y la memoria la aparente sencillez con que se desnudan las mujeres que amo y nunca olvidan escribirme desde Londres, Puerto Vallarta o Montreal.
4 comentarios:
Compañero Luis:
Comparto las úlceras que con abnegada disciplina he logrado en el cierre de año... envidio su poder alfa... y presumo una pancreatitis en puerta orillado por la cuesta de enero, aunque la descarga de nostalgia que me arrasará promete ser de dimensiones náuticas.
Salud.
Estimado Jack:
Nada debemos temer, si se trata de morir en la nostalgia, aunque hombres como Usted, compañero, se deben erigir como una estatua ambarina de Jacks Daniels y vencer a golpe de tragos profundos la cuesta de enero y el azul náutico de horizontes que marchan en minifildas
Un abrazo, y salud
Estimado Luis:
Mucho me temo que la cuesta de enero, que tantas nostalgias prometía, acaban de ser sacudidas por el anuncio presidencial de las rebajas en energéticos y demás paparruchas.
Quedan los lingotazos de whisky bourbon, pero, por encima de todo, las minifaldas. Si los cáculos metereológicos cumplen lo que prometen, habrán caravanas cruzando las avenidas. ¿Quién las dirigirá?
Por lo pronto seguiré raspándome el hígado.
Me permití anexar tu blog.
10-4
No te digo, mi estimado Jack, hasta en eso nos pasan a traer con sus seudo programas de rescate económico. Pero como un día lo dije: Tuxtla Gutiérraz está debajo de una minifalda azul; y ahí sigue, como en un whisky bourbon y hasta que el arco iris se convierta en un montoncito de mujeres desnudas para hacernos un lugar, junto con ellas, en cálidos moteles de a dos por uno las chelas
Salud
posdata: Nada mas aprendo como se hace eso de anexar un blog y devuelvo la cortesía. Gracias, amigo
Publicar un comentario