En Pulidín City existen niños y niñas. Mediante preguntas y cuestionamientos, todos apuntan a un mismo objetivo: la sonrisa y la travesura. Los afectados, si es que los hay, se apegan a la fragilidad, a la ternura, a cicatrices que huelen a plastilina.
Las tristezas de los demás no son ajenas, pero si algo inciertas. Es imposible no escuchar que alguien lanza piedras sobre el agua. Es probable que ese día, al tomarnos de las manos, inventamos las palabras: No pasarán
¿Cómo olvidar a los sobrealimentados dragones que lanzaban fuego en la caída? ¿Cómo olvidar las olas que provocaban y nos caían encima? ¿Cómo olvidar a Dámaris y su Go-Kart "Tonalópolis"?
Si hubo una carrera inolvidable, fue la de ese día. La afrenta tenía toda la energía de un reproche
-¡Tus dragones panzones mojaron mis cucas!-
Traté de evitar la carrera llevándola a mi máquina de escribir, pero por el chapoteo de los últimos dragones, ya no escuchó cuando deletreaba: lo siento. En cuatro dobleces la disculpa quedó bajo la pata de una silla.
Por agentes comerciales y de patrocinio, la recuerdo muy bien con su vestidito rojo y sus lentes y su casco azul con la leyenda "El Cocodrilo Asesino".
Por esas razones desproporcionadas que da el corazón, el circuito aun permanece vigente en nuestros días (claro, la competencia se da por cosas menos importantes que el de mojar unos juguetes).
Por motivos deportivos, además, jamás olvidaré a su asesora en PITS: Wonder Woman
-¿What is your name, Wonder Woman?
-My name is Yolanda Gómez Fuentes.
Dámaris dice que Yolanda es poeta y ganó un premio que se llama "Rodulfo Figueroa".
Yo perdí la carrera y quizá porque mi maestro Yoda jamás escribió un poema, y también porque Alejandro Molinari firmaba un importante contrato para jugar en Inglaterra con el Manchester United y ya no pudo asesorarme.
No importa. De vez en cuando me gusta regresar a Pulidín City.
Desde Pulidín City
Chincho, Schumacher.
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