Un día -no recuerdo fecha ni año,
ocasión anterior o posterior,
golpe en la cabeza, pellizcón en la nalga-
escribí lo que serían las primeras rutas
de mi vida a partir de eso que en el cine
se llama “memorable”.
Un día -donde igual el hombre llegaba a la luna,
se consumaba una huelga o se robaban dinero de un banco-
el gran precursor (¿alguien apuesta doble contra sencillo?)
fue un pirata ¿o un balón con rayas?
¿el guardián de las bibliotecas, tío Ranito, Sandman,
la mujer de rojo… el kung fu Panda?
Un día, no recuerdo si tenía perro,
reloj de tic tac energético,
suéter negro, pantalón a cuadros,
una manita desconchavadita,
cierto aire a Jim Henson.
Un día -no recuerdo fecha ni año,
expectativas ni argumentos-
se me concedió ser Rey,
capaz de frenar con mi espada
los efectos de injusticias y dictaduras,
invasores, tribunales y conjuras,
monstruos, compañías de Cable,
El Hombre Lobo que habita en la colina
aaaaaaauuuuuuuuuuuuuuuuuuuu
Un día, la marea trajo a la puerta
al Rey de los poetas
¡Larga vida al Rey de los poetas!
¿Alguien me presta un peso para comprar una galleta?
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