Algunos no venimos de la academia
—quisimos apagar el fuego con las manos,
forzar la prórroga con un gol de último minuto,
y ya allá preguntarnos
¿qué vamos a hacer con tanto mango?
No conocimos el endecasílabo,
—sí el petricor y los arcoíris semienterrados
en la tierra,
mujeres mayores que nos llevaron
de la mano a la cama
Cuando juntos abrimos desmesuradamente
la boca y despertamos siendo otra vez niños
Luis Daniel Pulido
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