A Gina
Yo
no podré darte cosas importantes:
un
premio literario, un gol en Wembley.
Nada
de eso pasa en mi vida.
Por
las mañanas salgo a correr,
y
cuando regreso a mi cuarto
–estación
de tren en el reloj de arena–
ya
no salgo de casa.
A
veces corrijo un texto por cien pesos,
voy
por manzanas, pregunto quién juega al mediodía:
si
el Bayer, el Athletic, si son de ida y vuelta
o
todo termina en un error del árbitro,
o
porque de hace tiempo lo que menos importa es el espectáculo,
el
dribling sanguíneo del juego bonito.
Carezco
de cierto don matemático a la hora de sumar amigos,
no
concedo unanimidad a lo que me cuentan,
no
creo para nada en los motivos de su fiesta –dicen– grande.
Aprovecho,
como todo buen depredador,
los
accidentes de la naturaleza:
una
buena tarde en el deportivo,
un
perro que me lame la cara,
un
disco de Led Zeppelin en concierto,
un
libro de poemas de Walcott,
un
rayo que reacomoda la energía eléctrica.
Así
la noche y el sinfín de lugares en el Universo.
Espero,
amor mío, que nos basten dos sillitas de madera.
Como
ves, yo no podré darte cosas importantes.
Luis
Daniel Pulido
Chiapa
de Corzo, Chiapas; México
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