lunes, 7 de julio de 2014

LOS BARBONES NO TENEMOS NADA QUE DECIR



Se me cuestiona mi afición al soccer,
mi tolerancia al compás del dos por cuatro de una porra “homofóbica”,
la juerga a la que soy ajeno: los impuestos

Soy, en consecuencia, un mal ciudadano,
una mala persona. Y lo soy.
Podría –como lo hice cuando joven–
leer todas las teorías socialistas,
la Escuela de Frankfurt, el Popol Vuh
y ligar todo eso a una idea moral,
a la universalidad de los hombres,
a la democracia que nomás no llega

Pero no tengo ganas. Es decir: no tengo ganas
de cambiar el mundo ni las sábanas de la cama

Podría decirse que estoy deprimido. Y quizá.
Llevo días haciendo lo mismo:
libros leídos a la mitad, Babel con las vocales,
un whisky soleado en marzo y que no bebo
por falta de hielos

Que ver el futbol me hace un mal ciudadano,
que robo agua al desierto,
que cierro edición sin tomar en cuenta al migrante,
el arresto de los que dejan su tierra, los que menos tienen

Y es cierto: no doy señales de buena voluntad,
amar al prójimo; en cierta forma –y por eso no tengo amigos–
no aporto nada al juego de las preguntas y respuestas,
a la trasmigración de las ideas

Soy ajeno a ustedes, al país, al carácter apocalíptico
de la vida humana, al imaginario chiapaneco de las revoluciones,
a su urgencia por llegar con dignidad a la meta

Les recuerdo: No soy yo el que da el disparo de salida



Luis Daniel Pulido

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