Han sido muchos años
de contarnos y escribir historias,
de picnics literarios
y rounds de sol y sombra.
No sé cuántas veces
me has roto el corazón
y yo tus ventanas a gritos,
serenatazos y pedradas.
Pero han sido todos estos años
los más felices de mi vida,
de soñar que un hijo nuestro
saldría de una lata de sopa.
Una mañana me levanté y fui el lobo.
Una noche el mismo niño terrible
que grita -no me abandones-
Han sido tantos años de cariño,
de mancharnos de mayonesa la nariz,
de comernos de tres a cuatro hotdogs
y transpirar el olor a mar sin derramar
una sola alcoba en tu cadera.
Han sido tantos años
de estar a tu lado,
de enamorarme y tocar
con mis dedos la luz del día
que se cuela cuando parpadeas.
Tantos años de caer y levantarnos,
de odiarnos, de perdonarnos,
de compartir las mismas calles
que nos vieron crecer,
de callar lo que quiero gritar,
de sentir que un buen corazón
es tan buen portero como Lev Yashin.
Un año más y yo ahí,
diablito, molestoso,
insoportable, canalla..
Han sido tantos años a tu lado
que sin ti todo está a distancias
inconmesurables.
Y por eso, como en alguna
canción de los Beatles,
canto que de amor me muero.
Y te digo: odio la trova
como odio a tus amigos,
cobardes que no ponen
el pecho por su tierra.
Han sido tantos años
de dibujar un corazón
con tu nombre,
de incendiar alarmas
para que ningún pollito
emprenda la fuga;
de amarte y caer y levantarme,
de decir adiós y reencontrarnos
cuantas veces el Vudú efímero
de las palomitas extra mantequilla
nos una con esa culpa que sienten
los homicidas.
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