Para mi amigo Jorge Aranda
Somos,
por historia, un equipo de memoria combativa, con la capacidad de improvisar lo
táctico y donde caben mil formas de anotar los goles más bonitos; ayer fueron
dos: Daniel Mora, Jerson, Gaby Constantino y nuestra joven compañera: Ximena
Sosa, las puntas de lanza que hicieron posible esas anotaciones con las que
empatamos el juego.
La tarde, soleada, florecía con su color
sobre el césped, esa alfombra que asemejaba la autopista que veíamos por la ventana
del auto en los años 70. Yo, desde la portería, incluso, tarareaba una canción
de Bob Dylan. No era para menos, hubo una conversación previa entre Jorge
Aranda, Luis Sosa y la joven Ximena: “¿Quieres jugar, hija?”, le preguntó Jorge
a Ximena. “Sí”, contestó feliz Ximena y mostró sus zapatos con los que juega
fut en su equipo. Un papá preocupado por el tonelaje del contrario intentó
disuadir a Jorge y Ximena: “En otra ocasión, están muy grandes, la pueden
golpear”. No sé qué pasó después porque el árbitro ya nos llamaba para empezar
el segundo tiempo. Corrí a mi portería y Jorge hacía lo mismo detrás de mí y
escuché: “Si quieres jugar, hija, vas a jugar”. Hasta ahí mi testimonio. Lo
demás fue lo más lindo que he vivido en una cancha de futbol: “¡árbitro
–alguien gritó desde la banda– cambio, va a entrar la niña!”. Y así entró a la
cancha Ximena. Tres desbordes y una asistencia a gol.
Perdimos con un gol de último segundo,
pero los gestos del esfuerzo de cada uno, asociado a los recuerdos y recuento
de tantos trofeos ganados, siempre nos unen al final de cada juego en un abrazo
fuerte y con palabras cálidas de agradecimiento por lo hecho en el campo.
Esta vez en especial para Luis Sosa, papá
orgulloso, y a mi amigo William, que después de 36 años de haber sido campeones
en Cancún con el Tec Regional, volvimos a jugar juntos.
Gracias
por tanto, Chamula`s Power.
Luis
Daniel Pulido
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