jueves, 13 de marzo de 2014

¿DE QUÉ COLOR ES EL CIELO, MAMÁ?


Para Estrella Del Valle

Ayer empezamos la gira y ayer mismo se terminó. Debes saber que desde niño he sido violento, una estampida de golpes, un altavoz encefálico que asemeja la sombra de un hombre alzando el brazo para golpear rostros, mesas, cristales.

Quizá no debí nacer o una vez ya amparado en el cariño de mi madre, morirme diez días después de escuchar sus lindos cuentos y ver la llovizna, maravillosa, de diciembre. Pero morirme.

Ayer golpeé a un imbécil que no se callaba cuando estaba leyendo. Y lo volvería a hacer. Pero no es eso lo que me entristece. Me he limpiado tantas veces la sangre de mis manos, que me he acostumbrado a vivir con eso que llaman “tragedia”.

Me siento triste porque he vivido demasiado, y no sé qué me agota más: si tomar los medicamentos o no hacerlo y hacer lo que hice ayer: golpear, retar, amenazar, insultar…golpear.

Se suponía –terapias, doctores, psiquiatras, medicamentos, Cristos, dioses, santos, vírgenes, libros– que al levantar edificios con un puñito de letras, todo mejoraría. No es así.

Y vaya que he estado a punto de morir tantas veces: accidentes automovilísticos, balaceras en el Caribe mexicano, “pasones” de cocaína, tristezas infinitas.

Hice la gira, pensé en ti, en lo bien que va mi madre después de tantas operaciones, en el niño que me acompaña y no me abandona y siempre tiene un pan para darme.

Creo que tienen que aumentarme la dosis, o aumentármela yo mismo hasta dormir y presumir lo contrario: que vivo en un sueño contigo y tenemos tablita de surf.

Supongo que con lo de ayer se termina todo. Y con ello tengo que disfrutar como nunca lo hecho, el cerrar mis ojos.

Luis Daniel Pulido

Agosto 2012


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