Para Estrella Del Valle
Ayer empezamos la
gira y ayer mismo se terminó. Debes saber que desde niño he sido violento, una
estampida de golpes, un altavoz encefálico que asemeja la sombra de un hombre
alzando el brazo para golpear rostros, mesas, cristales.
Quizá no debí nacer
o una vez ya amparado en el cariño de mi madre, morirme diez días después de
escuchar sus lindos cuentos y ver la llovizna, maravillosa, de diciembre. Pero
morirme.
Ayer golpeé a un
imbécil que no se callaba cuando estaba leyendo. Y lo volvería a hacer. Pero no
es eso lo que me entristece. Me he limpiado tantas veces la sangre de mis
manos, que me he acostumbrado a vivir con eso que llaman “tragedia”.
Me siento triste
porque he vivido demasiado, y no sé qué me agota más: si tomar los medicamentos
o no hacerlo y hacer lo que hice ayer: golpear, retar, amenazar,
insultar…golpear.
Se suponía
–terapias, doctores, psiquiatras, medicamentos, Cristos, dioses, santos,
vírgenes, libros– que al levantar edificios con un puñito de letras, todo
mejoraría. No es así.
Y vaya que he
estado a punto de morir tantas veces: accidentes automovilísticos, balaceras en
el Caribe mexicano, “pasones” de cocaína, tristezas infinitas.
Hice la gira, pensé
en ti, en lo bien que va mi madre después de tantas operaciones, en el niño que
me acompaña y no me abandona y siempre tiene un pan para darme.
Creo que tienen que
aumentarme la dosis, o aumentármela yo mismo hasta dormir y presumir lo
contrario: que vivo en un sueño contigo y tenemos tablita de surf.
Supongo que con lo
de ayer se termina todo. Y con ello tengo que disfrutar como nunca lo hecho, el
cerrar mis ojos.
Luis Daniel Pulido
Agosto 2012
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