lunes, 2 de febrero de 2009

¡ROBEMOS EL TEQUILA!

Nadia Villafuerte y Luis D. Pulido (¡metiche!)


Estábamos en Sanborn`s. Sí, esa cafetería donde el discurso es toda una “sociedad del espectáculo”. Hasta fumar es inconcebible sin sentirse importante. Donde todo opera en "first class". Debe ser por eso, en detrimento de esa empresa, que a Luis Adrián se le ocurrió gritar

-¡Chinga tu madre!-, y al Fer fumar y rascarse los testículos ¡al mismo tiempo!

Ximena entre lo que es y será. Se reía. El tiempo en ella es cosmopolita, no tiene "restos de humedad" pero sí de primera clase, una dama, pues, entre tanto baquetón. De hecho ella nos invitó a su casa. Si la apuesta hubiese sido entre el Fer, Luis Adrián y yo, de seguro recurrimos a la fuente primaria de nuestras almas engoriladas: cervezas y hot dogs.

Salimos de tan melodramática cafetería. ¡Qué diálogos! -Caballero, un placer servirle, disculpe, ¡licenciado!, adelante, pase usted-

Bajamos al estacionamiento. Nos permitimos compartir autos. Qué creían. Estos tipos no tienen automóvil. Pues no. Qué fuera de esta crónica sin una carrera entre Luis Adrián y Ximena, ese pinche espíritu de la película Rápido y Furioso, esa superficialidad que da el ser guapos y populares, ¿o no?

No sé si Ximena me escogió de copiloto, o yo me subí a su auto porque uno jamás renuncia a morirse a su lado, situación que ya no es posible porque ahora ya maneja bien (con ello, por cierto, se acabaron las utopías). En fin, un poco de telepatía no está de más –Ximena, Ximena, Ximena dame un beso-. Pero ella sólo tenía una fijación y no eran mis labios -ya me chingó este güey- repetía en cada cruce.

De repente, al ver a Luis Adrián, a Ximena y al Fer bajar del auto, me imaginé en la obra de teatro Vaselina. Endubidubidú tararará, endubidubidú tararará.

Llegamos a la casa de “Jime”, donde los poetas no coinciden con los demás poetas en cuestiones como tradición o academia, o algo parecido. Qué bueno que soy ajeno a tan imperfecto oficio, al menos, esa impresión me quedó para algo tan sencillo como decir

-¡Guao, la tarde es maravillosa-!

El papá de Ximena se llama José Luis Camargo y sí, es a todo dar. Nos invitó cervezas, papitas, más cervezas y más papitas y nos mentaba la madre, y aunque suene contradictorio, Fernando, Luis Adrián y yo, nos sentíamos muy a gusto. Ese señor mienta la madre bien chistoso.

La mamá de Ximena me pidió mi opinión sobre algo importante, pero hasta el momento de escribir esta crónica, creo que sigue platicando, platicando, platicando....platicando.

Fernando me dijo:

-Pulidín, cuando se duerma mi tía, nos llevamos la botella de tequila

-Ya vas- le contesté

- ¿Qué dices Luis Adrián?

- Cabrón, los pinches pictes están buenísimos-

-mmmmmm, Luis Adrián ¿son tamales de elote o peyotes?

El tiempo pasa, da el resto, llena los vacíos y todos volvemos a decir

-¡Salud!

El señor José Luis Camargo me dijo:

-Vos Pulidín si tomás mi teléfono no vayás a hablar a Tailandia

La señora madre de Ximena nos adelantó todos los capítulos de sus recuerdos literarios que le publicarán en una editorial importante, y no nos pudimos llevar la botella de tequila.

A las dos de la mañana cada quien regresó a su casa. Luis Adrián lloraba por Ana, Fernando por Flor, y yo porque la telepatía no sirve para robar besos, ni botellas de tequila.

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