martes, 6 de agosto de 2024

LA CITA

 



De la muerte se ha hablado desde distintas aristas, escenarios, a veces desde el lenguaje y las endorfinas de la academia, bocadillo para unos cuantos; desde la novela, el ensayo, las canciones, la sencillez inmediata, su dolor profundo, la orfandad, ese silencio contra el ruido de un pueblo bullanguero y que te aparta para que cites a François de La Rochefoucauld: “Todos tenemos la fuerza suficiente para soportar el dolor de los demás”. Ah, la muerte. Nos deja más solos. La muerte que se ha llevado a mi hermano, a mi madre y hace un siglo a mi padre. No tomé por asalto las tumbas reales de Saint Denis, caminé cien días por las calles de la ciudad. Toqué una puerta, pedí comida, tenía hambre. Vi mi reloj. Y vi al cielo. Luego la casa de enfrente, ruinas de un pasado festivo. “Tengo que regresar a casa, mamá ya hizo la comida, debe estar lista, me está esperando”, pensé. En el camino recordé que mamá ya había muerto y que no tengo casa. De eso hace cien días. El sol me quema.
Luis Daniel Pulido

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