La soledad es una circunstancia,
a veces por tus padres muertos
o gracias a la selección de películas
equivocadas,
el balón que revienta en pedazos una
ventana
Y la vida pasa y sigue y tus amigos
se mueren y ya no hay personajes
para tus historias, las sorpresas;
ni el alter ego ni la llamada
de larga distancia
Hay que leer libros,
mover los muebles,
sacudir la cama,
tirar las cervezas que no bebimos
hace seis meses
Hay aceitunas negras,
anuncios de once puestos
de pollos rostizados,
esa acústica calurosa
de un pueblo –dicen– mágico
Y nadie escucha la nueva canción de
Megadeth,
y nadie sabe de los ninjas de la
Costa Oeste,
ni quién es Elisabeth Shue, Elsa
Aguirre,
una tal Magda Luz de la Prevo,
esa secundaria con escasos elementos
intelectuales
Que escribo y me reconocen algunas
recreaciones, algunas ciudades:
cómo le abro las costillas
al cuerpo del lenguaje
La sangre
Pero nadie escucha la nueva canción
de Megadeth
y revientan el cielo con cohetes:
navíos de pólvora para sus santos,
brujos, redivivos danzantes
Y los pobres perros de la calle
que ladran y se pierden,
solos, entre el ruido
y la inmundicia
Y no hay neblina como en las
películas,
mitómanos –eso sí– por todas partes
Luis Daniel Pulido
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