El presidente de México, llámese como
se llame,
Perengano o Fulano o Calderón o
López,
Fuentesanta o Walser o Juárez
son lo mismo: cruce de voces
engusanadas
de patria
Son, ellos, los cínicos, los
siniestros
que se llevan todo
y hacen alarde de justicia,
de voz a los pobres
El presidente de México es una figura
de tipo corriente aunque la ficción
emotiva
lo niegue:
Se ponen de pie y dan su discurso,
un par de excentricidades,
aeropuertos, torres de luz
y pan, pan, pan por todas partes
“Señor presidente, me han matado a mi
hija,
a mi hijo, le metieron un tiro en la
cabeza”
grita una madre desesperada al
caudillo,
al santo presidente de canas
Y el presidente de los mexicanos
y los marcianos y los pobres y etcétera
extiende su lengua de arena movediza
y se traga a la señora y sus muertos
y dice, como si nada, el nuevo
Sermón de la montaña
Luis Daniel Pulido
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