Me dan las dos de la mañana, solo.
Los vecinos –narcos malnutridos–
saben más que yo de México:
trasiego de drogas a Estados Unidos,
canciones norteñas a favor de eso
Y entiendo por qué los alacranes
se reproducen en su infierno alegre,
en el fuego que no rebasa los dedos
de las manos; eso sí, de los
ejecutados
perdieron la cuenta
Y me propongo a cambiar la base de
datos:
tarareo canciones de Leonard Cohen
y devuelvo la pistola que mi amigo
libanés
me llevó a la casa con una nota
escrita:
No te dejes
Qué importa. Me dan las dos de la
mañana, solo.
Pongo un vinil y respiro el aire de
la calle;
en algún lugar llueve y pido a Dios
por mis amigos,
mi madre, los pescadores que
valientes buscan
el sustento a mar abierto
Luis Daniel Pulido
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