Para Licha, Jorge y Vale
Hay
obras de mapas imaginarios con sus enormes joyas bibliográficas donde persiste
la firma del autor, los marchitos azahares de genealogías literarias marcados
por transnacionales o bien: por una pequeña región de Chiapas no acostumbrada a
escuchar. Las hay. Pero yo, acostumbrado a los naufragios de mi imaginación
personal abarrotada de personajes, noruegas bonitas, bandas de rock, ratoncitos
que me comparten el pan y el queso, me encontré con dos libros de Licha Matita:
Sueño con gatos y aves y El amuleto de la abuela.
Un
libro es un refugio antibombas, un enclave de ritmos (porque los libros se
leen, pero también se bailan), un cielo donde se arman relámpagos y ves gatos y
aves que hablan e inventan palabras y también una abuelita cariñosa y una nieta
amorosa y uno ¡sorpresa! ya está un barquito de papel y navega.
Y en
esa región de ruidos e insultos creados por corazones oscuros y envilecidos uno
empieza a tener miedo porque mis libros favoritos –tristeza infinita– empiezan
a desaparecer en ese paisaje centroamericano hostil. La luz del corazón no es
un poder arbitrario. La luz del corazón no desanda, no borra las huellas de
nuestros pasos: lo caminado. Estoy seguro que Licha Matita, autora de estos dos
libros geniales, vio mis huellas. Y me lee sus libros: su voz se abre paso
entre tantas risas malvadas. Me cuenta sus cuentos. Me salva.
¡Qué
bonito escribe e ilustra Licha Matita!
¡Qué
bonito lee sus cuentos Licha Matita!
Así
es que soy el habitante número 15, 387 en su corazón que borda, además, un
enorme barco amoroso para migrantes.
Maestra
Licha Matita, ¿me lee otro cuento?
“Mi
mamá dice que cuando tenga tristeza,
preocupación
o alguna molestia
debo
soñar algo que me guste.
Yo
sueño con aves y gatos.
Durmiendo
les veo, despertando les cuido”
Licha
Matita, Sueño con gatos y aves.
Luis
Daniel Pulido
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