Supongo (soy un hombre libre y no un preso
de Camagüey) que evocar el pasado, los días
–pocos, muchos, importantes o simplemente
como el error de tu vida– que no necesito irme
a los extremos, rescatar autores o temas olvidados,
pintar la casa, degollar patos, estimular la creación
literaria en niños que prefieren el futbol soccer,
la revista Hache Extremo, irse de pinta y no llevar libros.
Yo era así, no garantizaba –y mucho menos ahora–
ser un hombre de letras, un hombre que viste impecable,
un hombre de Mascarones.
Estuvimos juntos cuatro meses y eso es lo que me importa
a pesar del tiempo y las mil Secretarías del Medio Ambiente
convertidos en un fénix de ceniza; y de verdad, no como figura
trágica o por el horrible ruido de los camiones de carga
o por lo que vi en playas a donde nunca llegaste.
No me importa, por ejemplo, las pretensiones con filo
que me pasan en la garganta; ya sabes, los mil compromisos
con injusticias y libertades. Me gusta disparar a matar,
y aún soy bueno en eso.
No creo ser –esto como otro ejemplo– el hombre de tu vida;
creo en el punto de vista inmediato, en el reencuentro
sin ideas previas, que en la luna hay un chingo de conejos traviesos,
en que quizá tenga que desentenderme de lo que has sumado estos años
y llegar a verte sin decir nada.
Por supuesto: desdibujar los caminos de regreso.
Luis Daniel Pulido
5 comentarios:
Hermoso, hermoso!
Desdibujar los caminos de regreso...
Besos
Ella es muy bonita, Luis Daniel, cásate con ella, yo aguanto porque te quiero, te quiero
Eres grande y sí yo también voto por una ciudad de Ruqueros y si son como tú ¡¡¡maravillloso!!!
Roqueros, jajajajaja, no te enojes, aplasté otra tecla, jajajajaja
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