De Chincho para Laura Baeza
Estuve triste. Sí.
Pinté mi corazón
con motivos egipcios
y me volví un hombre alto
por la suma de distintos
continentes en cada sándwich.
Dublín –me dijo Luis Daniel-
es un globo pinchado
por un clavo. No le creí.
No le hice caso. Dejé de comer.
Mi panza avanzaba a la Plaza
en línea recta.
Estuve triste a pesar
de ser una feliz momia.
-Quítate eso- decía
el que derrota por dolor
a zombies mutantes.
-Pero son muchas vendas-
contesté sobre una barca
con destino a Buenos Aires.
Me arremangué los pantalones
y giré sobre una pelota.
-Laura escribirá pronto-
le dije al que pide un café
y escribió un libro sobre pollitos
que escriben cartas.
Pero pasó el tiempo,
el diciembre interplanetario,
tres nubes con telarañas
y siete mosquitos ninja
que se ahogaron
en el agua estancada.
Y no, no escribiste,
y ambos –Luis Daniel y yo-
pusimos cara de murciélago.
El agua dulce se volvió salada,
y una noche –escritor y niño-
nos volvimos enemigos mortales.
A punto de retarnos
a la rayuela sangrienta,
de Dublín llegaron noticias:
los atardeceres en Glasgow
perdieron a todos sus tripulantes
y le sobrevive una niña avispada
como disparo y bonita como nadie.
Dijimos “es ella”,
y llegamos por ti a galope.
Mi caballo, una Heineken.
El soundtrack, Ghost Raider.
Y así la vida empieza de nuevo
cuando se apagan las luces.
Pinté mi corazón
con motivos egipcios
y me volví un hombre alto
por la suma de distintos
continentes en cada sándwich.
Dublín –me dijo Luis Daniel-
es un globo pinchado
por un clavo. No le creí.
No le hice caso. Dejé de comer.
Mi panza avanzaba a la Plaza
en línea recta.
Estuve triste a pesar
de ser una feliz momia.
-Quítate eso- decía
el que derrota por dolor
a zombies mutantes.
-Pero son muchas vendas-
contesté sobre una barca
con destino a Buenos Aires.
Me arremangué los pantalones
y giré sobre una pelota.
-Laura escribirá pronto-
le dije al que pide un café
y escribió un libro sobre pollitos
que escriben cartas.
Pero pasó el tiempo,
el diciembre interplanetario,
tres nubes con telarañas
y siete mosquitos ninja
que se ahogaron
en el agua estancada.
Y no, no escribiste,
y ambos –Luis Daniel y yo-
pusimos cara de murciélago.
El agua dulce se volvió salada,
y una noche –escritor y niño-
nos volvimos enemigos mortales.
A punto de retarnos
a la rayuela sangrienta,
de Dublín llegaron noticias:
los atardeceres en Glasgow
perdieron a todos sus tripulantes
y le sobrevive una niña avispada
como disparo y bonita como nadie.
Dijimos “es ella”,
y llegamos por ti a galope.
Mi caballo, una Heineken.
El soundtrack, Ghost Raider.
Y así la vida empieza de nuevo
cuando se apagan las luces.
9 comentarios:
No cabe duda, este es el regreso triunfal de Chincho
Besos
Aplausos, aplausos
Compadre:
No estaba muerta, andaba por Escocia
(Y el disco si me costó 80 pesos, pero para ganarmelo le tuve que lavar el coche a mi mamá)
Qué bonita historia, has el frío me quitó
Besos
ni Tom Brady hace poesía como chincho!
Nicole:
No cabe duda, esto es un touchdown
Yuri:
Clap, clap, por supuesto
Compadre:
¿Le cobró a su mamá ?, hijo no haga eso, para esto acá papá, pídamelo
Alejandra:
Lo bonito de escribir historias así es que nos quitan el frío
Besos
Mi estimado Deftone:
¡Abuelitas! Chincho es mejor quaterback que mister Tom Brady.
Ojalá puedas llegar el viernes a la lectura de libro que me publicó la Cartonera.
Un abrazo hasta Jitotol City, ciudad del elote asado
DANIELITO, TE QUIERO MUCHO, TE QUEREMOS MUCHO, Y SI TODO ZACATECAS FUERA MÍO, TE LO REGALARÍA ENVUELTO EN UN ZARAPE DE FLORES
TE QUIERO, TE QUIERO
y ella regresó, llovía y la neblina no la dejaba avanzar pero se sentó en una calle de Dublín y le mandó un beso a Chincho.
Y por fin, todos contentos
Besos, Chincho
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