Para nosotros –hablo de los proscritos, los renegados, los solitarios, sobrevivientes de abusos, de niños que no tuvieron la oportunidad de serlos, violentos, con la rabia y su dosis de acero oxidado que nos hacía salivar barcos piratas. Nosotros. Siempre en la oscuridad, montados sobre rocas, afuera de la escuela, bebiendo cerveza, hablando de revoluciones, devorando abismos bajo la oscuridad y la lluvia. ¿Cómo identificarnos con la belleza, la poesía, el unicornio azul, la ternura, la trova y su pedacería de socialismos que fueron cheques en blanco? Amamos la brutalidad del metal, a sus heraldos abominables: Slayer, Kreator, Sodom, Sepultura y al padre sosteniendo su sombra en lo más alto del altar: Black Sabbath. Nosotros, que nunca fuimos más de cinco, masticando, como si fueran pepitas, los infiernos. Eternos enamorados de las mujeres más bonitas que nos sacaban la vuelta. Por sucios, por escandalosos, por perros. Pero jamás cantando baladas o trova cubana. Y aún nos alcanza para llegar al final. Misión cumplida, bastardos.
Luis Daniel Pulido
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