jueves, 19 de junio de 2025

APAGAR LAS LUCES PARA QUE EL SILENCIO CANTE


 

Vivo en un lugar al que soy ajeno a todo. A las voces –ollas gigantes
con mamíferos de panzas transparentes, con las tripas al aire;
ajeno a los días que coronan su reino: fiestas eternas,
alejados del sacrificio y la solidaridad,
espejos que son abismos ahogados en un mismo grito,
auspiciados por su gobierno –ese que se untan en el rostro,
hilito de risas colgadas para la revista National Geographic,
aseguran el “pago por ver” de las etiquetas,
su velo: pueblo mágico
Ajeno hasta que anochece –cuando florecen las amapolas
en las rocas iluminadas de la luna, un malecón de gatos,
un espolón de naves espaciales,
esa enorme flor de luz negada a los cínicos,
a los cretinos del periodismo
Marcado por la soledad como un bisonte salvaje,
la sensación térmica de una nube que se resquebraja
a la distancia, el granizo que queda en mis manos,
la edad y el naranja de las tardes
Los fantasmas, mis fantasmas, que felices sonríen
Luis Daniel Pulido

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