sábado, 1 de julio de 2023

MIENTRAS ESCUCHO A ADRIAN BELEW


 

La violencia, la impunidad, son consecuencias, es cierto, de años de gobiernos corruptos, corruptísimos, de la intimidad vivida entre funcionarios, periodistas, sociedad, la maquinaria de comisiones y prebendas. De pactos “yo creo en tus mentiras, tú cree en las mías”. Recuerdo mis años de estudiante y de la formación de pensamiento –sus afueras y sus adentros– para entender el sistema, que no hay de otra, hay que sumarse a ella. Y que eso fue para mí una sentencia: esto no es un país, es una cloaca. No había de otra. Se mató la conciencia, la dignidad, la inteligencia, el olfato reflexivo, la clarividencia, nos volvimos estudiantes cómplices, cobardes y cínicos. Es este un país en ruinas que en su desescombro deja ver sus miles de muertos, desaparecidos y que no tiene el mínimo respeto a la inocencia: se lleva por igual a mujeres y niños. Vaya país de mierda. El círculo cultural, además, refuerza esa sinergia: escritores, funcionarios de Coneculta, agregados a la Secretaría de Educación y egresados de Ciencias de la Comunicación sumados a campañas de narcos y sicarios, que rentabilizan para sus intereses y dan seguimiento a este infierno. El gobernador de Chiapas y toda la 4T son los rostros, ahora, de la afinidad con las otras partes históricas a las que supuestamente combatirían, pero no es así. No somos iguales, decían. Son peores.
Luis Daniel Pulido

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