martes, 27 de junio de 2023

MI HERMANO EL PIT BULL


 

Iba con mi perro por las calles del fraccionamiento. El sol topaba con largas paredes que me hacían sombra con su jadeo de ciervo a punto de dormirse. De la nada –ese vacío que se desmarca de tus pensamientos, el flashback, tus canciones favoritas y que te deja solo y a merced de gigantes y monstruos marinos– sale un perro con grandes hilos de saliva.
Como un fuerte búfalo de ojos rojos arrastra su cadena (vestigios de su cautiverio y de que no es libre en los páramos de este pueblo tropical que no encuentra sus ecos, se pierde en el calor rancio de sus días de fiesta, sentenciados al olvido) y ataca a mi perro; su figura es evasiva, me recuerda un breve ataque de epilepsia. Defiendo a mi perro. Estoy en el piso. Sangra mi brazo izquierdo.
Mi perro somete al Pit Bull y no sé cómo, de dónde su fuerza, y por qué estamos bajo el vientre oscuro de una enorme ballena.
Me sugieren sacrificar al Pit Bull, matarlo pues, y me niego. Me recuerda a los niños asustados por el crimen organizado, el perdón como único acto de pureza en un cerebro que descarga temblores por todo mi cuerpo, la soledad y sus huesos podridos que despuntan en la arena de un mar que ya no existe. Que estoy tan solo y asustado como él. Que nadie nos tendrá piedad más que nosotros, hermano Pit Bull.
Huye, vete, y nunca olvides que los hombres siempre acechan…
Luis Daniel Pulido

No hay comentarios: