No podemos hablar de la academia,
ambos renunciamos a las largas conversaciones en la cocina,
a contestar las llamadas de los viejos teléfonos:
que si cómo estamos y cómo va el trabajo y los amigos
y la mudanza: pequeños exilios
Seguimos del mismo lado a pesar del presente
—donde suceden las cosas y hay grandes jardines
e hijos que estudian en distintas universidades—
y somos proclives, aún, a los aventones por carretera,
canciones de los 80 y esas baladas raras de nuestros padres
Seguimos a bordo de sistemas inmunológicos
que no nos avergüenzan: bailamos bajo la lluvia,
nos revolcamos, felices, en el lodo,
y tú tuviste hijos con picardía
y no fueron míos porque, ya sabes, el neo punk
y la revolución y las marchas fueron la épica
de las preguntas y respuestas
Tenía quince años
Y leía a William Blake y según tú decía cosas raras,
motivos que no convocaban a empujones y prisas,
me rascaba el ombligo,
esa impudicia de los roqueros vivos
(qué miedo volarme de un balazo la cabeza)
Pero a quién le importa las cosas serias,
los cumpleaños el insomnio la lista del súper
el gimnasio tu esposo calvo
Estoy donde siempre con eso que nos impide alejarnos:
las películas de El Santo y esas pequeñas victorias
que nos llevan a una isla
Tu canción favorita
Luis Daniel Pulido
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