Podría –supongo– decirte muchas cosas,
sobre cómo sobrevivir en una isla desierta,
de que en mi juventud hubo gente que cantaba
a Simon and Garfunkel,
un poco sobre los grises en las tormentas
para niños inquietos que querían salir
a jugar futbol a las calles
Hacer algo o nada,
quizá sólo verte y a la mitad del camino
darme cuenta que en este país asesinan niños
y niñas y que eso genera libros, lectores,
madres desprevenidas ante horribles tragedias
Y que en ese gran comedor para cínicos
alguien especula con tu vida
y no existe presidente de la república
ni la puerta entreabierta de un lugar seguro,
de un cielo que te honre en su lluvia,
su noche y su día
Donde te digan bonita
Y entonces me acerco a ti
y te abrazo y hablo de otras cosas:
de barcos piratas y el fuego poderoso
de los apaches en las montañas hechas
por el hilo y la aguja de mi madre
En un tapete,
verde, creo
El color no importa –digo,
y cierro los ojos y pido a Dios,
con fuerza, que nadie (nadie) te haga daño
Luis Daniel Pulido
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